Holy Family at Rest with the Infant Saint John the Baptist and Putti

Poussin es un pintor al que todos se maravillan, pero quizás a nadie le gusta. Tampoco fue su deseo de ser amado por el público: declaró que la pintura debe abordar la mente, no el ojo o el corazón. Junto con Descartes, es el exponente más conocido del racionalismo, el movimiento francés del siglo XVII que creía obstinadamente que la perfección es alcanzable si sometemos al mundo a las reglas de la razón. Poussin consideraba que la tarea del arte era organizar las nobles hazañas del hombre en un sistema lógico, como sucedería en un mundo ideal.
Sin embargo, este rigor dogmático es apenas discernible en la Sagrada Familia de Budapest. De todas las imágenes de Poussin es quizás la más fresca, en la que incluso podemos detectar rastros de tiernas emociones. Pero en este caso, la excepción demuestra la regla: este estado de ánimo liberado se calcula cuidadosamente. Poussin aplicó conscientemente la teoría de los modos a partir de la estética antigua de la música, en la que el tema determina el tono emocional particular y el orden de la dramaturgia.
Pero una melancolía refinada y elevada se mezcla en este sereno idilio, cuando el niño San Juan el Bautista le da una cruz de palma a Jesús. Este juguete, que prefigura el horrible destino terrenal del niño, vincula el cuadro a uno de los temas principales del drama clásico, el conflicto entre los sentimientos y el deber. La resignación disciplinada del niño y la madre establece un modelo para el manejo noble y sabio de tales conflictos.

Axel Vécsey