Portrait of the Matador Pedro Romero
Creador: Francisco de Goya
Fecha de creación: c. 1795–98
Dimensiones físicas: 33 1/8 x 25 9/16 in. (84.1 x 65 cm)
Origen: Possibly Xavier Goya [1784-], son of the artist, Madrid, in 1812. Viuda de Vera, Seville. Henri Rochefort [1831-1913], Paris. Léon Lafitte, Madrid. Rodolphe Kann [1844/45-1905], Paris, after 1901 and by 1903 for Fr. 10.000; by descent to executors of the Kann estate; (Duveen Brothers, Paris, London, and New York, 1907). Sir William Neville Abdy [1844-1910], 2nd Baronet, London, before 1910; (Wildenstein & Co., New York, 1920); Mr. and Mrs. Arthur Sachs [he: 1880-1975], New York and subsequently Paris, by 1924; Arthur Sachs, Cannes; purchased by Kimbell Art Foundation, Fort Worth, 1966.
Enlace externo: www.kimbellart.org
Derechos: Kimbell Art Museum, Fort Worth, Texas
Técnica artística: Oil on canvas
Francisco de Goya , el pintor español más importante después de Velázquez, fue, como su predecesor, un maestro retratista. Este retrato representa a Pedro Romero (1754-1839), uno de los toreros más grandes de todos los tiempos, idolatrado por su coraje y control, así como por su hermosa apariencia. Fue el máximo exponente de la escuela de tauromaquia clásica establecida por su familia en Ronda, Andalucía. Romero posó para Goya poco antes de retirarse de la plaza de toros en 1799, a la edad de cuarenta y cinco años, y varios años después de que el artista había quedado completamente sordo como resultado de una enfermedad grave.
Las galas del disfraz de Romero no eclipsan su buen aspecto carismático. El estudio de Goya de Velázquez es evidente en la hábil pincelada que define la rica tela de su chaqueta negra y los tonos plateados y perlados de su chaleco, pintado de húmedo a mojado, contra el blanco brillante de su camisa . La compostura de la figura está en consonancia con el estilo de corrida de toros de Romero; en contraste con la imprudencia de sus rivales sevillanos, Romero -quien se dice que mató a más de cinco mil toros sin sufrir lesiones- confió en la habilidad y agilidad de sus maniobras y en su elegante uso de la capa, matando al animal con un empuje de una sola espada. Afirmó que "el torero no debe apoyarse en sus pies sino en sus manos, y en el ring, al enfrentarse a los toros, debe matar o morir antes de correr o mostrar miedo".