The House at Rueil

La fascinación de Edouard Manet por los efectos de la luz y el color fue renovada constantemente a medida que asimilaba la miríada de impresiones del mundo infinitamente variado a su alrededor. Su retrato de la casa en las afueras de París, perteneciente a su anfitrión, el poeta Eugène Labiche, no tenía la intención de ser una visión fiel. En cambio, se limitó a una sección de la fachada, como un detalle, al estilo de las xilografías japonesas. No es posible abarcar toda la casa, tanto por la vista limitada como por el tronco del árbol que corta de manera calculada el edículo y, por lo tanto, a través del centro funcional y estético de la casa, aumentando la atención y la fascinación del espectador. Mientras la fachada está bañada por la luz del sol ardiente, uno puede sin embargo sentir la sombra refrigerante proyectada por la corona del árbol sobre el borde superior de la imagen. También se siente que hay una ligera brisa que hace que los parches de luz cambien suavemente su posición. "Un espíritu alegre ha creado esta imagen con habilidad consumada" (Hugo von Tschudi) - habilidad que se evidencia en el juego de colores finamente equilibrado, los poderosos contrastes de rojo y verde, y la resonancia contenida de los tonos de amarillo y azul.